¡Olvidar voluntariamente…que don!
«…Su veneración por su compañera había resistido el desgaste de la vida diaria. Aquel anciano olvidaba voluntariamente las imperfecciones, las sombras, los defectos visibles que salen a la superficie del alma, para no conservar, de los seres que él había elegido sino lo más puro que en ellos había o lo que aspiraban a ser…»
«Opus Nigrum» de Marguerite Yourcenar